miércoles, 5 de junio de 2013

El Día Mundial del Medio Ambiente

5 de junio

El Día Mundial del Medio Ambiente es uno de los principales vehículos que las Naciones Unidas utilizan para fomentar la sensibilización mundial sobre el medio ambiente y promover la atención y acción política al respecto.
Los objetivos son darle una cara humana a los temas ambientales, motivar que las personas se conviertan en agentes activos del desarrollo sostenible y equitativo, promover el papel fundamental de las comunidades en el cambio de actitud hacia temas ambientales, y fomentar la cooperación, la cual garantizará que todas las naciones y personas disfruten de un futuro más próspero y seguro.
El Día Mundial del Medio Ambiente que se conmemora cada 5 de junio fue establecido por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1972, con motivo de la apertura de la Conferencia de Estocolmo sobre Medio Ambiente Humano. Otra resolución, adoptada por la Asamblea General el mismo día, llevó a la creación del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente.
El Día Mundial del Medio Ambiente tiene como lema este año Piensa. Aliméntate. Ahorra, una campaña para de reducir los desechos y las pérdidas de alimentos.

Según FAO, cada año se desperdician 1,3 billones de toneladas de comida. Esta cifra equivale a la producción alimentaria de todo el África Subsahariana. Al mismo tiempo, una de cada siete personas del planeta se va a la cama hambrienta y más de 20.000 niños de menos de 5 años mueren de hambre cada día.
Teniendo en cuenta este enorme desequilibrio y los efectos devastadores que esto tiene para el medio ambiente, el tema de este año, Piensa. Aliméntate. Ahorra, pretende dar a conocer el impacto que tienen nuestras decisiones alimentarias y cómo tomarlas 100% informados.
Actualmente, nuestro planeta trata de ofrecer los recursos necesarios para sus 7 billones de habitantes (9 millones en 2050), sin embargo, FAO estima que un tercio de la producción alimentaria se pierde o es desechada. Este hecho es altamente perjudicial para las fuentes naturales de recursos y genera consecuencias negativas en el medio que nos rodea.
La campaña Piensa. Aliméntate. Ahorra quiere animarte a actuar. Quiere que seas testigo de cómo ciertas decisiones reducen el volumen de desechos, ahorran dinero y disminuyen el impacto medio ambiental de la producción de alimentos.
Si desperdiciamos comida, significa que todos los recursos empleados para producirla también lo son. Así por ejemplo, producir un litro de leche supone gastar 1.000 litros de agua o producir una hamburguesa 16.000 litros... Todas esas emisiones de gas durante el proceso habrán sido en balde si desechamos alimentos.
De hecho, la producción global de alimentos ocupa un 25% de la superficie habitable, un 70% de consumo de agua, un 80% de deforestación y un 30% de gases. Es, por tanto, uno de las actividades que más afectan a la pérdida de biodiversidad y a los cambios en el uso del suelo.
Pero, ¿qué significa tomar decisiones informadas? Elegir aquellos alimentos cuyo impacto al medio ambiente es menor, es el caso de la comida orgánica en la que apenas se usan productos químicos. O adquirir productos en mercados locales en los que se sabe que no ha sido necesario el transporte y por tanto, no han supuesto tantas emisiones de gas.
En definitiva, se trata de que pienses antes de alimentarte y así ahorres para proteger el medio ambiente.


Mensaje del Secretario General de Naciones Unidas – “Vivimos en un mundo de abundancia, en el que la producción de alimentos supera con creces la demanda. Sin embargo, 870 millones de personas sufren de desnutrición y el retraso del crecimiento infantil es una pandemia silenciosa. Para crear el futuro que queremos, debemos corregir esta desigualdad. Debemos garantizar el acceso a una alimentación adecuada para todos, doblar la productividad de los pequeños agricultores, que cultivan la mayor parte de los alimentos en el mundo en desarrollo, y hacer que los sistemas alimentarios sean sostenibles frente a las crisis ambientales y económicas. Esta es la visión de mi “Reto del Hambre Cero”, que se puso en marcha el año pasado en la Conferencia Río+20 de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible.
Una forma de reducir la brecha del hambre y mejorar el bienestar de los más vulnerables es hacer frente a la pérdida y el desperdicio masivo inherente a los sistemas alimentarios actuales. Hoy en día, al menos un tercio de todos los alimentos que se producen no llegan de la granja a la mesa. Esto es, ante todo, una afrenta a quienes padecen hambre, pero también representa un enorme costo ambiental en términos de energía, tierras y agua.
En los países en desarrollo, las plagas, la falta de instalaciones de almacenamiento adecuadas y la ineficiencia de las cadenas de suministro son los principales factores que contribuyen a la pérdida de alimentos. Quienes cultivan para la exportación también están a menudo a merced de las expectativas demasiado estrictas de compradores que priman la perfección estética. En los países desarrollados, los alimentos desechados en los hogares y los establecimientos de venta de comestibles y de restauración se pudren en los vertederos, emitiendo cantidades significativas de metano, un potente gas de efecto invernadero.
La pérdida y el desperdicio de alimentos es algo a lo que todos podemos hacer frente. Por eso, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura y los asociados de los sectores público y privado han puesto en marcha la campaña “Piensa. Aliméntate. Ahorra: Reduce tu huella alimentaria” para fomentar una mayor conciencia a nivel mundial y dar a conocer soluciones adecuadas para los países desarrollados y los países en desarrollo.
La infraestructura y la tecnología pueden reducir la cantidad de alimentos que perecen después de la cosecha y antes de llegar al mercado. Los gobiernos de los países en desarrollo pueden trabajar para mejorar la infraestructura básica y potenciar al máximo las oportunidades de comercio con los países vecinos; los países desarrollados pueden apoyar el comercio justo y racionalizar las fechas de caducidad y otros sistemas de etiquetado; las empresas pueden examinar los criterios que aplican para rechazar productos agrícolas; y los consumidores pueden reducir al mínimo los desperdicios comprando solo lo que necesitan y aprovechando los restos de comida.
En este Día Mundial del Medio Ambiente, quiero instar a todos aquellos que intervienen en la cadena alimentaria mundial a que asuman la responsabilidad de adoptar sistemas alimentarios ecológicamente sostenibles y socialmente equitativos. Se prevé que la población mundial, actualmente 7.000 millones de personas, crecerá hasta alcanzar los 9.000 millones en 2050, pero el número de personas que padecen hambre no tiene por qué aumentar. Reduciendo los alimentos desperdiciados podemos ahorrar dinero y recursos, minimizar los efectos para el medio ambiente y, por encima de todo, avanzar hacia el objetivo de lograr un mundo en que todos tengan suficiente para comer”.
Material informativo complementario elaborado por el PNUMA