sábado, 18 de mayo de 2013

La Batalla de Las Piedras

18 de mayo
La Batalla de Las Piedras, fue la primera gran victoria de José Artigas sobre los españoles, y en el día de la fecha se conmemora doscientos dos años de tal acontecimiento.
Fue luego de esta victoria que Artigas pronunció su famosa frase «Clemencia para los vencidos, curad a los heridos, respetad a los prisioneros», en referencia a las fuerzas del ejército español.
 
 
Abanderados de nuestro Liceo, tanto del turno Diurno como del Nocturno se hicieron presentes en la ceremonia efectuada en nuestra ciudad.

 
 
 
La Batalla de las Piedras
 
Material extraido de: http://lamochila.espectador.com
¿Cuál era la situación poco antes de esta batalla?

A principios de 1811 llegó Elío de España a Montevideo con el título de Virrey del Río de la Plata. Días después declaró la guerra a Buenos Aires, al no ser reconocido por la Junta revolucionaria. Los habitantes de nuestra campaña estaban descontentos con las autoridades de Montevideo. Cuando Montevideo declaró la guerra a Buenos Aires, iniciaron la revolución. En un principio los caudillos del ejército patriota fueron estancieros, que lucharon con capataces y peones, contrabandistas, matreros, indios, gauchos y negros esclavos. Artigas desertó del Cuerpo de Blandengues y fue a ofrecer sus servicios a Buenos Aires.

En los primeros días del mes de abril de 1811, se incorporó a la revolución, estableciendo su cuartel general en Mercedes. Desde allí, el 11 de abril se dirigió a sus compatriotas en lo que se conoce con el nombre de Proclama de Mercedes. Este documento termina con las siguientes palabras:

"A la empresa, compatriotas, que el triunfo es nuestro: vencer o morir es nuestra cifra y tiemblen, tiemblen esos tiranos de haber excitado vuestro enojo, sin advertir que los americanos del Sur están dispuestos a defender su patria y a morir antes con honor que vivir con ignonimia en afrentoso cautiverio".

El 12 de mayo, Artigas llegó a Canelones con unos mil hombres. Allí se enteró de que habían enviado un ejército para combatirlo, al mando de José de Posadas. Los dos grupos se encontraron en la localidad de Las Piedras el 18 de mayo, y luego de un combate que se prolongó desde poco antes del mediodía hasta las cuatro de la tarde, según se lee en el parte que envió Artigas a Rondeau, los patriotas lograron la victoria. Artigas relató todos los detalles de esta batalla. Compartimos contigo dos fragmentos de este relato:

El 18 amaneció sereno; despaché algunas partidas de observación sobre el campo enemigo, que distaba menos de dos leguas del mío y, a las 9 de la mañana, se me avisó que hacían movimientos con dirección a nosotros.

Se trabó el fuego con mis guerrillas, y las contrarias, aumentando sucesivamente sus fuerzas, se reunieron en una loma distante una legua de mi campamento.

Inmediatamente mandé a Don Antonio Pérez que, con la caballería de su cargo, se presentase fuera de los fuegos de la artillería de los enemigos, con objeto de llamarles la atención y, retirándose, hacerles salir a más distancia de su campo, como se verificó, empeñándose ellos en su alcance; en el momento convoqué a junta de guerra y todos fueron del parecer de atacar.

En Las Piedras, Artigas se mostró como un general experto. Ideó una estrategia de combate que le aseguró la derrota del enemigo, para lo cual atacó no solamente por el frente, sino también por los costados y la retaguardia.

Para que comprendas mejor este acontecimiento, te ofrecemos un fragmento un fragmento del parte de la Batalla de Las Piedras que envió Artigas a la Junta Gubernativa de las Provincias del Río de la Plata, el 30 de mayo de 1811:

La situación ventajosa de los enemigos, la superioridad de su artillería, así en el número como en el calibre y dotación de 16 artilleros en cada una y el exceso de su infantería sobre la nuestra hacían la victoria muy fácil, pero mis tropas enardecidas se empeñaban más y más y sus rostros serenos pronosticaban las glorias de la patria.

¿Qué consecuencias tuvo el triunfo de los orientales en Las Piedras? Aumentó el prestigio militar de Artigas, quien a partir de este momento fue ascendido a coronel. Las tropas vencedoras pusieron sitio a Montevideo. Las fuerzas de Buenos Aires recuperaron la confianza que habían perdido, luego de ser derrotados en Alto Perú y Paraguay.

Con el deseo común de luchar por la libertad, se organizó lo que Artigas llamó el "ejército nuevo", formado por orientales de muy distinta condición social.

A finales de 1811, Artigas hizo la historia de este levantamiento, en un oficio que dirigió a la Junta Gobernativa del Paraguay. En este documento, refiriéndose a sus paisanos, expresó:

Corrían por todas partes a honrarse con el bello título de soldados de la patria, organizándose militarmente en los mismos puntos en que se hallaban cercados los enemigos, en términos que en muy poco tiempo se vio un ejército nuevo, cuya sola divisa era la libertad.

INFORMACIÓN COMPLEMENTARIA

Compartimos una descripción de la Batalla de Las Piedras, por Reyes Abadie.

Artigas, con las fuerzas de su mando, se ubicó en la villa de Ntra. Sra. de Guadalupe de los Canelones, el 12 de mayo, dispuesto a vigilar las tropas de los "empecinados" de Montevideo acampadas en Las Piedras. Allí las lluvias lo mantuvieron inactivo hasta el día 16. Entre tanto, su hermano Manuel Francisco, burlando una partida "regentista", logró incorporársele con 304 hombres, en la tarde del 17, en el campamento ubicado en las puntas del Canelón Chico hacia el cual había marchado el día antes el Jefe oriental. Alcanzaron, entonces, los efectivos artiguistas a 400 infantes y 600 jinetes.

En el parte de la batalla remitido a la Junta de Buenos Aires, el Jefe Oriental describió la acción en los siguientes términos:

"La salida de los enemigos de sus posiciones se verificó el 16; pero se redujo a saquear completamente la casa de mi padre y recoger sobre mil cabezas de ganados, que en la misma noche se introdujeron en la Plaza. El 18 amaneció sereno; despaché algunas partidas de observación sobre el campo enemigo, que distaba menos de dos leguas del mío y a las 9 de la mañana se me avisó que hacían movimiento con dirección a nosotros. Se trabó el fuego con mis guerrillas y las contrarias aumentando sucesivamente sus fuerzas, se reunieron en una loma distante una legua de mi campamento.

Inmediatamente mandé a Dn. Antonio Pérez que con la caballería de su cargo se presentase fuera de los fuegos de la artillería de los enemigos, con objeto de llamarles la atención y retirándose hacerles salir a más distancia de su campo, como se verificó, empeñándose ellos en su alcance; en el momento convoqué a junta de guerra y todos fueron del parecer de atacar. Exhorté a las tropas recordándoles los gloriosos tiempos que habían inmortalizado la memoria de nuestras armas y el honor con que debían distinguirse los soldados de la patria, y todos unánimes proclamaron con entusiasmo, que estaban dispuestos a morir en obsequio de ella. Emprendí entonces la marcha en el mismo orden indicado, encargando la ala izquierda de la infantería y dirección de la columna de caballería de la misma a mi ayudante mayor el teniente de ejército, Dn. Eusebio Valdenegro, siguiendo yo con la del costado derecho y dejando con las municiones al cuerpo de reserva, fuera de los fuegos. El cuerpo de caballería al mando de mi hermano, fué destinado a cortar la retirada al enemigo".

"Ellos seguían su marcha y continuando el tiroteo con las avanzadas, cuando hallándome inmediato mandé echar pie a tierra a toda la infantería. Los insurgentes hicieron una retirada aparente acompañada de algún fuego de cañón. Montó nuevamente la infantería y cargó sobre ellos; es inexplicable Exmo. Señor, el ardor y entusiasmo con que mi tropa se empeñó entonces en mezclarse con los enemigos, en términos que fue necesario todo el esfuerzo de los oficiales y mío para contenerlos y evitar el desorden. Los contrarios nos esperaban situados en la loma indicada arriba, guardando formación de batalla con 4 piezas de artillería, 2 obuses de a 32 colocados en el centro de su línea y un cañón en cada extremo de a 4. En igual forma dispuse mi infantería, con las 2 piezas de a 2 y se trabó el fuego más activo".

"La situación ventajosa de los enemigos, la superioridad de artillería así en el número como en el calibre y dotación de 16 artilleros en cada una y el exceso de su infantería sobre la nuestra hacía la victoria muy difícil, pero mis tropas enardecidas se empeñaban más y más y sus rostros pronosticaban las glorias de la patria".

"El tesón y orden de nuestros fuegos y el arrojo de los soldados obligó a los insurgentes a salir de su posición abandonando un cañón que en el momento cayó en nuestro poder con una carreta de municiones. Ellos se replegaron con el mejor orden sobre Las Piedras, sostenidos del incesante fuego de su artillería y como era verosímil que en aquel frente hubiesen dejado alguna fuerza cuya reunión era perjudicial, ordené que cargaran sobre las columnas de caballería de los flancos y la encargada de cortarles su retirada, de esa operación resultó que los enemigos quedasen encerrados en un círculo bastante estrecho; aquí se empezó la acción con la mayor viveza de ambas partes; pero después de vigorosa resistencia se rindieron los contrarios quedando el campo de batalla por nosotros. La tropa enardecida hubiera pronto descargado su furor sobre la vida de todos ellos, para vengar la inocente sangre de nuestros hermanos acabada de verter para sostener la tiranía; pero al fin participando de la generosidad que distingue a la gente americana, cedieron a los impulsos de nuestros oficiales empeñados en salvar a los rendidos"

"La acción tuvo principio a las 11 del día y terminó al ponerse el sol; la fuerza enemiga ascendía en todo, según los informes menos dudosos que he podido obtener a 1230 individuos; entre ellos 600 infantes, 350 caballos, 64 artilleros; su pérdida ha consistido próximamente en 97 muertos, 61 heridos, 482 prisioneros, entre los cuales se hallan 186 que tomaron partido en los nuestros, porque hicieron constar su patriotismo y estaban forzados al servicio".

Con esta victoria, Artigas culminaba las operaciones de su primera campaña militar, que, a juicio de los expertos lo revelan como un consumado general. Su estrategia, de carácter netamente ofensivo que toma por objetivo fundamental la destrucción de las fuerzas enemigas, queda de manifiesto en su accionar: frente a dos grupos, uno que amenazaba Canelones, donde se encontraba él mismo y otro que se dirigía al Sauce para atacar a Manuel Francisco que venía de Maldonado, concibe de inmediato la maniobra por líneas interiores que ya había hecho famosos a Federico de Prusia y a Napoleón; ordena marchar en dirección a Manuel Francisco a fin de tomar por retaguardia a las fuerzas que estuvieran combatiendo contra este; derrotados los "regentistas" volverse con todas sus fuerzas reunidas hacia las tropas que se dirigían a Canelones y atacarlas por su retaguardia, cortándoles así toda posibilidad de retirada. En cuanto a lo táctico, es decir, para la batalla misma, organiza un dispositivo buscando la derrota completa del enemigo y es así que despliega su fuerza de manera de atacar no sólo el frente de Posadas, sino también su flanco y su retaguardia para que no tenga ninguna posibilidad de retirada y deba rendirse. El tipo de batalla empleado por Artigas repite, por lo tanto, el tipo concebido y empleado por Napoleón, siendo su ejemplo más preciso la batalla de Castiglioni, librada contra los austríacos al borde del lago de Garda el 5 de agosto de 1796.

Los "empecinados" regentistas, perdido el único ejército con que podían contar quedaron encerrados en Montevideo y Colonia. Muy pocos días después –el 27– esta última plaza se rindió a las fuerzas patriotas al mando de Venancio Benavídez.
Por lo demás el triunfo de Las Piedras dio a las milicias artiguistas el dominio total de la campaña oriental. El Comandante del Apostadero Naval de Montevideo, Capitán de Fragata José María de Salazar dirá, refiriéndose al resultado de la batalla, que era una "pérdida irreparable" y una "cruel catástrofe" pues en ella se perdió "toda la Marina" que es el "principal apoyo de la plaza". Y agregaba:

"La sola noticia de que las tropas de Buenos Aires tenían sitiado el baluarte de la América, a la que sus papeles públicos añadían tomado, reanimó el entusiasmo de las Provincias en favor de la independencia, el de Chile, y no dudaré en afirmar que hasta el mismo reino de Lima se ha resentido de tan funesta nueva, pero lo que no puede dudarse es que ella ocasionó el que el Paraguay adoptase unirse al de Buenos Aires, como lo hizo. Si por de fuera consiguieron los enemigos estas grandes ventajas, en esta Banda lograron atraer a su partido a todos los pueblos, y quitándonos cuantos auxilios sacábamos de ellos, reducirnos a sólo el recinto de la Plaza y a la mayor miseria y pobreza por mucho tiempo".

No fue menor la repercusión en Buenos Aires, en donde la victoriosa acción contribuyó a establecer el fervor revolucionario, muy decaído por el fracaso de Manuel Belgrano en el Paraguay y por la lentitud del avance en el frente altoperuano. Al desbaratar el baluarte más sólido del regentismo español en el Plata, se anulaban las combinaciones posibles con el Paraguay de Velasco.
La Junta bonaerense confirió a Artigas el "empleo de coronel del Cuerpo de Blandengues de la frontera de Montevideo"; y decretó ascensos a los oficiales que tan valientemente se habían comportado en las acciones de San José y Las Piedras.
 
Parte de la batalla de Las Piedras
Material extraido del Archivo Artigas

Material documental escrito por José Gervasio Artigas, en el Campamento de Las Piedras el 19 de Mayo de 1811, donde relata el parte de la Batalla de Las Piedras a José Rondeau


Habiendome acampado en la villa de Canelones con el objeto de molestar a los enemigos, que se hallaban cituados en las Piedras y privarles las introducciones de Ganados y demas comestibles para Montevideo; y advirtiendo ser insuficientes todas las providencias y vigilancia de las Partidas, que continuamente destacaba á este fin; dispuse con anúencia de los S.S. Capitanes, el atacarlos, en atención á que aun quando las fuerzas enemigas ascendian al número de 600 hombres, según las mas noticias que por algunos pasados havía adquirido. Contaba con mucha parte adicta á nosotros.
Pasé inmediatamente el correspondiente oficio á mi hermano Don Man. Artigas, indicandole el punto donde devia reunirse conmigo; y á las pocas horas de haver marchado el chasque, recibi oficio de dho. Mi Hermano, en que me avisaba hallarse atacado por los ene-/migos, pidiendo 300 hombres de refuerzo. Con esto llegó la nota que Otra Columna enemiga se dirigia á Canelones, con el objeto de atacarme; al momento acordé con los S.S oficiales que era combeniente dirigirnos al Sauce á dar auxilio á los enemigos entre dos fuegos; y rendidos estos, cortar la retirada á los que se havian dirigido á Canelones.
En efecto dispuse mi salida á puestas del sol, y marché con el abrigo de la Noche, pasando á la vista de los fogones enemigos. La noche se puso sumamente obscura, y al Día amanecio lloviendo, cuya llubia continuó hasta el siguiente Con el mal Tpo. Se imposibilitó la marcha, y me acampé en las Puntas del Canelon Chico, desde donde pase orden á mi hermano, para que se reuniera en dicho punto, en virtud de haver savido que la noche de mi salida, havia regresado la Tropa enemiga al Campamento de las Piedras. Mi hermano se incorporó en el citado Destino, la/Noche del 17, segunda de mi salida, y por la incapacidad del Tiempo, no pude determinar el albaso que tenia proyectado. El tiempo mejoró y mis Partidas de descubierta empezaron sus guerrillas, con dos columnas que en el mejor orden marchaban para mi campamento. Al instante destaqué una Partida de 200 hombres montados, de la Gente Patriota voluntaria, para que los fueran sacando de su campamento; y mandé que la Tropa tomara caballos para salir á batirlos. Los enemigos abanzaron sobre los de cavalleria y Yo con el resto del Exto. Marché sobre ellos. De la Gente armada de cavalleria, sáqué 150 hombres para reforzar la Infantería; y ordené dos columnas de cavalleria, una al mando de Don Antonio Pérez que ocu(pa)ba la derecha con la demas Gente de mi hermano Don Manuel for/me otra columna (como de 250 hombres) con el objeto, de cortar la retirada á los enemigos.
En este orden abanzé, y puesto á la frente de los enemigos, desplegué en Batalla con la Infanteria y mandé á mi Ayudante mayor Don Eusevio Valdenegro, pasase orden que la una Columna de cavalleria de la derecha abanzara amenazando picar la retaguardia enemiga; y echando pie á Tierra la infanteria, hizo su demostración de avanze con bastante rapidez; pero los enemigos aparentaron retirarse, sin hacer mayor fuego, siempre con el mejor orden.
Esta aparente retirada, la hizieron con el interez de cituarse en una loma, lugar dominante á todos quatro frentes de su posicion; y en este presentaron la Batalla.
La fuerza enemiga constaria de 400 á 500 hombres de Infanteria con quatro piezas de Artilleria dos obuces de á 32,, y dos cañones de á 4,, con /64 artilleros buenos: de á 16 hombres de dotacion en cada cañon, y 459 qye componian la Cavalleria.
La fuerza de mi divicion, se componia de 600 hombres de cavalleria (mal armados), y 400 infantes, con los dos cañoncitos de á 2.
El combate empezó á las onze y media de la mañana y terminó á las 4 de la tarde. A este se dio principio en los terminos ante-dichos: pero como la Tropa estaba anciosa de abanzar, sufrió un tiro de Granada que me llebó seis patricios, para hallarlos en peloton, que todo mi esfuerzo y el de los oficiales no era bastante á contenerlos en abanzar, por que no sufirieran el ventajoso fuego de los enemigos; en un luagr donde el Terreno era dominado por ellos, tanto como las municiones de Artilleria superaban á las nuestras.
Los enemigos se recistieron vigorosamente en este punto; tanto que fue necesaria toda la constancia de nuestra heroyca Tropa, para echarlos de alli; de donde salieron retirandose con el mejor orden. La Tropa cargó vigorosamente sobre ellos, y aqui se les tomó un cañón; pero como los fuegos de Artilleria superaban á los nuestros contenian sumamente á /nuestra Tropa, que solo su mucho valor podia recistirlos.
Con su retirada, consegui cituarme en mejor terreno, y de aquí hize abanzar á la columna de cavalleria de la derecha, y mi Ayudante mayor á la izquierda, mandando entrar para la retaguardia enemiga á la columna que mandaba mi hermano Don Manuel Francisco Artigas. Aquí fue bastante activo el fuego. Que duraria mas de una hora; y con la energia que disputaba la accion nuestra Tropa, se intimidaron los enemigos, y pusieron bandera Paralementa á que yó mismo en persona contexté se rindieran a discreccion, librando vidas de todos, con lo que se rindieron, y quedó por nosotros la victoria, y todo el campo de batalla, que era á distancia de un quarto de legua de la Capilla de las Piedras. En la misma Capilla, donde tenían su Campamento, havia quedado una Guardia de 30 hombres, (según declaracion del Ayudante mayor de ordenes, Subteniente de cavalleria Don Juan Rosales), con un cañon de á 4. La rendicion de dha Gua la encargué á mi Ayudante Mayor Don Eusevio Valdenegro; quien para conceguirla (evitando en lo posible toda efucion de sangre) mandó pasase con parlamento el expresado Ayudante /Mayor de ordenes Don juan Rosales, á que con el respecto de su Tropa, hiciera se rindiese a discrecion; lo que asi berificaron; y fueron pricioneros mas de 100 hombres que alli habian replegado con provistos de caxones de municiones; y con 16 artilleros mas, en el cañon que tenian.
Entre tanto disponia yó la reunion dela Tropa, y conducion segura de los pricioneros, pasó mi Ayudante el referido Don Eusevio Valdenegro, á la operación antedicha, tomando el Parque de Artilleria, que lo tenian bien provisto de municiones de todos los calibres inidicados, y de todas las claces, las que con mi orden hizo extraer, con mas tres carros capuchinos: y como llegó nota de que salia refuerzo de Montevideo, fue necesario apostarme en lugar ventajoso para esperar al enemigo, que hasta ahora, (que son las 6 de la mañana) no se ha dejado ver.
Tengo varias Partidas hacia los Migueletes para que estén á la observación de los enemigos, y en todo caso/ apuro, dispongo mi retirada á Canelones. El Ayudante mayor de ordenes, Don juan Rosales, me asegura haver de fuerza en la Plaza de Montevideo, de (5 á 600) (500 á 600) hombres, inclusos los que estaban en la Colonia, y que (según este) han regresado á Montevideo.
Combiene pues que VS., en vista de lo expuesto, acelere sus marchas, y me mande tropa á la mayor brevedad, entre la qual, es indispensable venga una dotación suficiente de Artilleros, para el manejo de las 5 piezas de artilleria que hé tomado á los enemigos: mandandome bastantes piedras de chispa, que las necesito mucho, que las necesito mucho, y no las havia en el Parque enemigo.
La perdida, que hemos tenido en esta gloriosa accion, será como unos diez y ocho ó veinte hombres muertos, y unos 14 heridos. No tengo entero conocimiento de esto, hasta despues que noticiaré á V S con mas propiedad. Los enemigos muertos seran como 30,, y según el primer conocimiento que tengo de los heridos ascienden á 46, ó 50, y prisioneros como 420,, inclusos 22 oficiales, con el Comandante Gral. Don José Posadas.
No puedo ocultar á VS. Quan dignos son todos los S.S oficiales que he tenido el honor, de tener á mis ordenes, en tan gloriosa accion; por que todos, todos se han portado con todo el honor y entusiasmo que los caracterisa, y hace dignamente acreedores á la alta consideración de la Excma. Junta, y á la eterna gratitud de sus compatriotas.
Las Tropas todas, me merecen igual atencion, y estoy seguramente persuadido, que á no ser tanto su valor, no era capaz de haverse conceguido una accion con tantas ventajas para los enemigos; tan heroyca para sus triunfadores y que en todas sus partes justifica el honor de las armas de nuestra Patria.
Por ahora me hallo sumamente ocupado, y con la atención puesta en los enemigos; por lo que no puedo subtansiar un parte completo, con estado de armas municiones, y todo lo demas relativo á los enemigos, que lo haré á primera oportunidad.
En este momento acabo de recibir el adjunto parte, que dá Don Pedro G. Perez, de lo que ha ocurrido en Santa Tereza; y todo, está pronosticando el inmediato extrago y ruyna de los Tiranos, y la alta gloria de nuestra dulce Patria, que se hara eterna la memoria de sus dignos hijos.
Dios guarde a Vuestra Señoría muchos años
Campamento de las Piedras 19 de Mayo de 1811 - José Artigas.
(del Archivo Artigas)

 
La batalla de las Piedras se encuentra inmortalizada en un óleo realizado por Juan Luis y Juan Manuel Blanes, que se exhibe en una sala de la Casa de Rivera, uno de los locales del Museo Histórico Nacional (Montevideo).